viernes, 7 de enero de 2011

mamasola

Estuvimos pensando cuál podría llegar a ser la mejor manera de afrontarnos... vimos que estaba el vino sobre la mesa y un montón de papelitos adjuntados al cenicero flaco.
Claro, no había más remedio que comenzar a vestirnos, tirar las sedas desperdiciadas, juntar las copas vacías y salir a conseguir la valija que tanto te estaba haciendo falta para iniciar el viaje.
Anduvimos distancias cortas y largas, mientras tus medias de red rugían ante el calor del sol, y se partían en dos tus piernas semidesnudas. Siempre te había dicho lo bien que te quedaban los tacos altos, pero esta vez te daban un perfil de mamasola que nunca hubiese ido a buscar, que nunca hubiese permitido que me dejara entrar.
Tu hijo lloraba cada vez que nos deteníamos a descansar del verano, en ese asfalto impío lleno de bichos urbanos por todos lados, incluso hasta metidos en el fondo de mi pantalón sin agujeros.
-¡Pará! ¡Allá está el Chino!
Diste la vuelta como nunca antes. Tu pollera logró levantarse un poco. Yo sonreí.
El Chino tenía en su casa una mochila vieja, algo desprolija, que podía llegar a poner fin al sudor de todo lo caminado.
Cuando por fin pudimos lograr que nos la prestara,
                                                                                    desististe,
como se desiste de un vestido que uno no se va a comprar, como se desiste de asistir a la fiesta del casamiento del primo de un amigo de un tío de... Y yo, atónito, impasible. Habíamos recorrido las calles por tres días, habíamos parido llanto y grito al frío de la lluvia mortecina ausentándonos de las botellas de coñac, whisky, cerveza... extrañando, por lo menos yo, dormirnos cómodamente en una cama como la gente y hacerte el amor por odio y desprecio hasta hacerte llorar... Dejando y abandonando y olvidando al pueblo.
¡Todo por tu estúpida decisión de querer irte a la mierda! ¡Siendo que yo siempre traté de persuadirte de que no lo hicieras!

¿No te das cuenta que tu hijo ya me habla y me toca como si fuera su padre?...


Qué más decirte. Si fuera por mí, te dejaría sola tirada a los rayos de ese verano infernal, y huiríamos. Mis brazos llenos de él y mi rostro feliz...

3 comentarios:

  1. Vine por más. Encontré Mucho más...
    El final me atrapó, me encontré imaginando ese rostro.

    Saludos Jebumarí.

    ResponderEliminar
  2. Qué bueno Luna!! qué bueno que te haya despertado algo este texto.
    Te mando un gran abrazo!!

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias por tu anterior visita y tu comentario. Lamento no haber pasado antes a agradecértelo.

    ResponderEliminar